El Gráfico 28/02/1983
El primer partido se jugó en Rafaela y ganó Atlético por 1 a 0, el segundo se jugó en Rosaraio y venció Renato Cesarini, por idéntico marcador...
Atrás quedaron 180
minutos duros, difíciles, de pierna fuerte, de entrega física total y pocas
ideas, muy pocas. Por delante, la tensión y la emotividad... y el azar. Atrás
están ya los dos partidos que jugaron Renato Cesarini y Atlético de Rafaela
buscando un lugar en el Nacional '83. cada uno arriba a esta instancia, después
de una extenuante serie de partidos. Llegaron como los dos mejores de las
provincias de Santa Fe y Entre Ríos. Jugaron sin darse un metro de tolerancia,
apretando los dientes, dejando todo los que tienen en el campo de juego. Uno de
los dos quedará en el camino. Es la vida, son los reglamentos de este Torneo
Regional. El "partido" que falta durará solamente unos segundos y su
escenario no será una cancha (como debiera haber sido) si no una oficina, con
un bolillero y un par de personas como protagonistas que "darán fe"
como testigos. Atrás quedaron 180 minutos. Aún están intactas dos ilusiones
Por un lado, la de toda una ciudad (Rafaela) unida en una esperanza: la de
llegar por primera vez en su historia a participar de un campeonato nacional.
Por el otro, la de un puñado cada vez más grande de hombres, que fundaron un
club hace nueve años y que están a un pasito de vivir otro nacional. Hoy
martes, a las 19 horas, en una oficina de la AFA, se sellará la suerte de uno
de ellos. Para Renato Cesarini y Atlético la felicidad y la tristeza están al
alcance de la mano. Y dependen de dos bolillas. Uno quedará en el camino y será
el azar el que lo decida.
Renato vivió el amanecer
Todas las urgencias eran
para Reato Cesarini. Atlético traía la mediana tranquilidad que le había
regalado el derechazo de Alfaro hace una semana en su cancha. El uno a cero lo
mostraba más seguro. Pero casi no tuvo tiempo para demostrarlo. Apenas habían
dado tres vueltas las agujas del reloj de Torres y Renato estaba ya en ventaja,
diferencia que después, a los largo de repetidos 87 minutos, no pudo ampliar, más
por su propia inoperancia que por virtudes del rival. Y llegó por una de las
pocas vías que conoce Renato. Foul de Querini a Salas (el tercero consecutivo,
después se iría expulsado por un codazo sin pelota al mismo Salas) sobre la
derecha. Ejecuta Cevallos en forma de centro, los defensores centrales (Huens y
Wermer) se quedan clavados, la pelota pasa por toda el área, la para en el otro
costado Ciraolo (más que un proyecto de buen jugador), la acomoda para su zurda
y el 1 a 0 no puede ser evitado por la tardía estirada de Marino.
El local siguió
apretando. También repitiéndose en los caminos. Por entonces, la endiablada
habilidad de Salas ganaba (a pesar de los golpes) bastante seguidos por la
derecha. También Ciraolo ubicaba los metros que regalaban a sus espaldas Fredes
y Garay para ser la manija que el equipo necesitaba. Después, invariablemente,
llegaban los centros. Siempre por arriba buscando perforar la defensa de Atlético,
nunca buscándose a un toque para intentar desequilibrar, o acelerando después
de tres cuartos de cancha y provocar, con velocidad, la sorpresa que las
circunstancias exigían. Y la visita, de a poco, se fue acomodando; Ciraolo no
encontraba compañía para establecer el diálogo futbolístico necesario. Salas
se fue enredando en sus gambetas y el resto acompañaba empujando. Sin claridad,
sin audacia en Celeste o Coffone para buscar con ganas, el arco rival.
Creció Fredes en la zona
central con su trote cansino y su seguridad en el manejo. También Garay y su
generoso despliegue para trepar en defensa y sumarse al ataque con Pesoa en
toque certero. Complicaba la velocidad de Giordano por el costado derecho. El
partido ya era parejo, aunque Atlético desde los 22 minutos tuviera un hombre
de menos. Incluso llegaba mejor. Se perdió el empate Pesoa rematando una buena
jugada de Giordano apenas desviado. Se lo sacó Zeballos a Riberi después de
que Andrada dudara en un centro del mismo Giordano. Renato seguía con la marca
pegajosa de Machetti sobre Pesoa, de Coffone sobre Garay cuando éste cruzaba la
mitad de la cancha y los marcadores de punta con los punteros por donde éstos
se movieran. Atlético estaba "copando la parada". Con un fútbol más
prolijo, de toque más seguro, aunque le costara arrimar hasta Andrada. Renato
estaba perdido y después de un remate de Ciraolo (a los 26 minutos) que Marino
desvió con esfuerzo al corner, nunca más había visitado el área visitante.
Atlético cree en la
suerte
Después, los últimos 45
minutos, sí fueron de Renato Cesarini. La visita empezó a refugiarse en el
fondo, regaló la mitad de la cancha y le costó una enormidad tener la pelota
un ratito. "Hay que tener en cuenta que casi todo el partido tuvimos un
hombre de menos y mis muchachos no estaban acostumbrados a jugar en campos tan
grandes" decía en el vestuario Eduardo Gentile. El local fue el
protagonista, porque tuvo la pelota y los metros necesarios para usarla. Pero lo
hizo mal. Subiendo los marcadores los marcadores de punta (especialmente
Cevallos) y buscando la salvación por arriba. Un centro, diez, cien...todos. Y
siempre ganaban las cabezas de Huens y Wermer. La visita se refugiaba bien atrás
y Renato no podía. Muy tarde ingresó D'Agostino (17 años, de las divisiones
inferiores) que impuso su velocidad y su habilidad un par de veces por la
derecha, sin encontrar con quién tocar, porque Ciraolo ya había
"desaparecido" del partido. Llegó el final. Renato buscando
angustiosamente la definición. Atlético, confiado en la suerte, porque físicamente
ya no podía más. Fue uno a cero. Igual que la semana atrás en Rafaela. Ahora
falta otro "partido", el que se jugará mañana a las 19 hs. en una de
las oficinas de la AFA. Con un bolillero y dos bolillas y un grupo de personas
como protagonistas que darán fe como testigos...
Y por sorteo clasificó Renato Cesarini...